Las imprentas son servicios esenciales porque trabajan en el etiquetado y el packaging del sector alimentario, el sanitario, la señalética, y no tuvimos que cerrar durante a los meses más fuertes de confinamiento. La irrupción de la pandemia ha supuesto una disminución de ingresos importante para todos los sectores económicos, pero especialmente en el sector de la hostelería y el turismo que son grandes clientes de la imprenta.
Por otro lado, y a pesar de que el saldo es claramente negativo, la COVID-19 ha impulsado la necesidad de encontrar soluciones varias a grandes retos planteados por nuestros clientes. Los códigos QR, como, por ejemplo, se están imponiendo como nunca ya que es colocan tanto en carteles de riesgos laborales como en cartas de restaurantes.
Hoy en día es frecuente pedir la carta y que te señalen un código QR impreso sobre papel, el mantel, sobre madera o sobre plásticos, impresos o marcados sobre diferentes materiales con láser.
También se ha incrementado la venta de señalización tanto vertical como horizontal, para marcar la obligación de llevar mascarilla, organizar las colas en los comercios o marcar las distancias.
Otro de los productos estrella ha sido la bolsa de papel, que por legislación y por el incrementó de la comida para llevar, vive un gran momento.
El sector editorial también ha tenido un incremento de ventas vía online, que ha apaciguado un poco el desastre de Sant Jordi 2020. Aun así, absolutamente insuficiente y afectado gravemente por el cierre temporal de las librerías.
En Arts Gràfiques Bobalà este año no nos ha faltado imaginación para solucionar a los retos que nos han planteado nuestros clientes y que han afectado de incontables formas la producción, desde el tipo de producto, el diseño o incluso los formas de comunicarnos con los clientes.