Por el contrario, la industria espera un crecimiento anual del 2,5% en los próximos 10 años.
Hace tiempo que todo tipo de gurús económicos dan por muerta la industria del papel, pero al parecer ésta no se da por enterada. La llegada del ordenador, las impresoras, internet, cada nuevo hito de la informática ha sido anunciado como el fin de la industria papelera, profecía que nunca se ha cumplido. La producción de papel sufrió un pequeño varapalo durante la pandemia, un 6% del que ya se va recuperando. Este año recuperará todo lo perdido.
Del mismo modo si miramos al pasado, la industria de papel sigue creciendo como siempre, a excepción del período correspondiente a la depresión mundial de 2007 que tocó fondo en 2009. Y es que la industria del papel y el cartón abarcan muchos campos y es más sólida y moderna de lo que en principio pueda parecer a los profetas y gurús que vaticinan su muerte desde los años noventa. De hecho, las estimaciones del sector de la fabricación de pulpa de papel auguran un crecimiento de la producción mundial del 2,5% anual hasta el año 2030.
A excepción de los períodos de crisis el sector papelero crece, y en todo caso cambia la forma de gastar papel, pero éste sigue en aumento.
En la actualidad en Europa podemos ver cómo va disminuyendo la impresión de papeles gráficos o artísticos. La papelería corporativa, la impresión de tarjetas, cartas, carpetas, dípticos o trípticos en imprentas está en declive. El papel térmico de fax o el papel continuo también están desapareciendo. El e-mail e internet fueron los grandes responsables de esa disminución. Facturas, catálogos, trípticos se envían por email o se cuelgan en la web. Pero el gasto de papel en las empresas va en aumento. Se sigue confiando en la máxima de que el papel todo lo aguanta. Las empresas fabricantes de impresoras láser y los fabricantes de tinta lo saben perfectamente.
Por otra parte, el sector editorial ha sufrido una importante transformación desde la crisis de 2007. Ese año la tirada media de libros en España se mantenía sobre los 5.000 ejemplares, cifra que no dejó de caer hasta la mitad durante diez años. Mientras el tirón caía el número de títulos aumentaba, lo que permitió que el sector editorial recuperara ingresos a partir de 2013. Desde hace tres años que vuelve a crecer la tirada media, vuelven a surgir librerías, se hacen más libros, cada vez con más tirada y se venden por más canales.
Mientras tanto todos los supuestos expertos hablaban del libro digital que ha cogido revuelo durante la pandemia, sobre todo entre los nativos digitales. Pero no crece cómo se pensaba gracias a lo que más temen los economistas, las preferencias de los consumidores. Durante 2021 el libro digital ha crecido un 0% en España y ha disminuido casi un 1% en todo el mundo, según Libranda, la principal distribuidora de contenido editorial digital en lengua castellana.
Además también ha topado con una dificultad de última hora, la impronta de carbono. Antes nos preocupaba la deforestación pero hoy sabemos que el problema es el cambio climático. Por ejemplo, ahora nos preocupa también la huella ecológica o huella del carbono y esto hace que el papel, bajo ciertas condiciones pase a ser un gran aliado. Fabricar un ordenador o tableta requieren 240 kilogramos de CO₂ y 22 kg de productos químicos. Esta tableta debe recargarse gastando energía continuamente. Energía que todavía se produce, en su mayoría, con combustibles fósiles. Y el consumidor cada vez es más consciente de lo que supone una recarga. Imprimir un libro, en cambio, sólo gasta 1 kilogramo de CO₂ en su elaboración. Tampoco es comparable el tiempo y el dinero que se requiere para reciclar un libro o una tablet, ni el perjuicio medioambiental de uno y otro. Ni que decir tiene que la energía para fabricar materia prima es gratuita y ecológica: el sol. Además, el bosque es un excelente sumidero de CO₂, el gas de efecto invernadero que nos está complicando tanto las cosas. La industria papelera utiliza la certificación de bosques que garantizan que la pasta de papel procede de bosques gestionados, ayudando a la reforestación, al mantenimiento de la fauna y la biodiversidad, y haciendo el bosque rentable de nuevo y, por tanto, haciéndolo menos vulnerable a los incendios forestales.
Por otro lado, también disponemos de una industria relacionada con el reciclaje de papel. Un reciclaje que cada vez se hace con mayor respeto por el medio ambiente. La humanidad ha visto desaparecer la mitad de la masa forestal del planeta Tierra. Pero gracias al buen hacer del sector maderero y papelero mediante el reciclaje y uso de certificados medioambientales y otros ISO’s, en los últimos treinta y cinco años, hemos recuperado un 7% de la masa forestal perdida.
La presencia de plástico en el medio ambiente, como la aparición de las islas de plástico en el océano Pacífico, no ha hecho más que aumentar las expectativas de la industria papelera. Necesitamos materiales biodegradables para sustituir el plástico que además procede de la industria de los combustibles fósiles, una industria culpable del incremento del CO₂ en la atmósfera, que parece alcanzar el máximo de su capacidad (el famoso Peak Oil) y que muestra signos de debilitamiento. De momento ya han salido leyes para reducir plásticos desechables, como bolsas, pajitas, palillos y todo tipo de productos de embalaje, cuyo sustituto natural es el papel y el cartón. Es fundamental que las empresas utilicen papeles o madera procedente de bosques certificados, porque comprando madera certificada estamos reforestando y ayudando de la mejor forma posible al medio ambiente. Cuanto más bosque recuperemos menos CO₂ habrá en la atmósfera. Hay que reforestar para luchar contra el CO₂, y la forma de conseguirlo es usando papel certificado y no recargando tabletas.
La industria papelera sigue creciendo y las perspectivas siguen mejorando. Mientras los papeles artísticos disminuyen y el sector editorial se recupera, el etiquetado y el embalaje siguen aumentando. Durante la pandemia pudimos vislumbrar el futuro de las compras online. La compra de productos por internet se disparó un 9% y con ellas, también la impresión de envases y etiquetas de producto. Las imprentas están aumentando las inversiones en maquinaria de etiquetado y packaging. Los fabricantes de maquinaria para la industria gráfica venden máquinas para imprimir papel más grueso y más personalizado. También el etiquetado y el etiquetado de seguridad tienen mucho que decir y siguen creciendo. Nuevas normativas buscan hacer etiquetas que se puedan reciclar y separar de los envases con mayor facilidad, para que éstos se puedan reciclar más fácilmente.
En el papel le han matado muchas veces, y seguramente lo volverán a matar, pero de momento es nuestro mayor aliado para luchar contra la deforestación, mejorar la biodiversidad, incrementar la cobertura vegetal y sacar CO₂ de la atmósfera.