En Arts Gràfiques Bobalà estos días no paramos de imprimir los libros que pronto estarán en las paradas de toda Cataluña. Hay muchas ganas de dejar la pandemia atrás. En 2020 el sector sólo alcanzó los 5 millones de euros en ventas por culpa de la covid. En 2021 se logró el 75% de lo vendido en 2019. El objetivo, llegar de nuevo a los 20 millones de euros vendidos en un solo día, aunque la cifra es mucho mayor si hablamos de la semana previa. ¿Y a qué se debe ese éxito descomunal? Probablemente, la clave está en la leyenda del dragón.
Detrás de la celebración de Sant Jordi hay toda una mezcla de mitos que provienen de la antigüedad. La tradición de regalar un libro tiene un origen conocido en los libreros catalanes de principios de siglo. Decidieron escoger el 7 de octubre como día para regalar un libro. Regalar historias, regalar cultura en los años treinta, con unos índices de alfabetización bajos no deja de ser hermoso. Una promoción que a causa del éxito se trasladó al 23 de abril, fecha en la que se cree equivocadamente que murieron tanto Cervantes como Shakespeare. Aunque es casi cierto, no deja de ser un malentendido. En realidad, no murieron el mismo día, ya que Inglaterra y España se regían por distintos calendarios. España, Italia y Francia adoptaron ràpidamente el calendario gregoriano, pero no Inglaterra que tardó un par de siglos. Shakespeare murió un 23 de abril que en realidad era el 8 de mayo según el calendario gregoriano, es decir que Cervantes llevaba al menos una semana enterrado.
Coincidía el 23 de abril con una feria de rosas en Barcelona de tradición medieval que se celebraba desde el siglo XV. El día de Sant Jordi era ya el día de los enamorados desde hace tiempo.
Sant Jordi es además patrón de Cataluña y Aragón, pero también de otros muchos lugares. Inglaterra tiene la cruz de San Jorge en la bandera, y, por tanto, también en la «Union Jack» del Reino Unido, que es una fusión de todas las banderas de los principales territorios británicos. La monarquía inglesa lo nombró protector y fundó en su honor la orden de la “Jarretera”. San Jorge también es patrón de Bulgaria, Etiopía, Portugal, Grecia, Serbia o Eslovenia. ¡Qué decir de Georgia! Pero también de incontables ciudades y lugares desde Moscú a Cataluña, o también asociaciones como los propios Scouts. Profundamente venerado por toda la antigua Unión Soviética, aunque no busque Jorges por allí. Mejor busque «Yuris».
El origen del Santo cristiano es Georgius, ciudadano romano de la Capadocia, actual Turquía, nacido a finales del siglo III. Se le supone un buen guerrero que llegó a formar parte de la Guardia personal de Diocleciano. Cuando éste impuso el culto al dios Apolo, Georgius confesó ser cristiano y fue martirizado sin renegar de la fe cristiana. Su mito fue creciendo hasta tal punto que se le atribuyen todo tipo de sufrimientos, milagros, siete años de martirio y hasta tres resurrecciones. En realidad, incluso su nacimiento en Capadocia o su profesión son dudosos y hay versiones en casi todo el mundo.
La leyenda de Sant Jordi y el dragón es tan antigua como la propia humanidad. Rescatar a la pareja de un peligro por amor tiene antecedentes en muchos lugares y en casi todas las mitologías del mundo. Etiopía, Persia, Sumeria… allá donde la busquemos algo encontraremos. Como suele suceder estos mitos paganos se acabaron fusionando con las religiones modernas. En el Egipto post-romano del siglo V o VI, el Egipto de la iglesia de los cristianos coptos, tenemos imágenes del dios Horus disfrazado de romano matando un cocodrilo, que entroncaría con el mito del Egipto antiguo con Horus matando el dios Seth de las tinieblas. La lucha contra la oscuridad, para los cristianos de la época, el islam. Curiosamente, el islam tenía su propio mito de San Jorge que le rendían culto, aunque con el nombre de «El caballero verde». Es probable que, en el caso cristiano, la leyenda de la bestia se confundiera con el mito romántico de salvar a la dama en apuros y todo ello con la necesidad de héroes ante la escabechina generalizada de la primera cruzada para conquistar Jerusalén.
Como fuere, San Jorge se hizo muy famoso durante las cruzadas. Ricardo Corazón de León, una estrella en su época, trasladó su devoción gritando «Por San Jorge» a lo largo y ancho de toda Europa, de camino a combatir a Saladino. San Jorge se convirtió en patrón de la caballería aristocrática de toda Europa. Los templarios llevaron el grito a Aragón, combatiendo a principios del milenio contra los musulmanes y se convirtió en patrón de los nobles aragoneses y catalanes. Iacopo da Varazze, un fraile dominico, fue el primero en inmortalizar por escrito el mito de San Jorge en su libro «Legenda Aurea», «Leyenda aurea» o «Leyenda de los santos».
Uno de los patrones más utilizados por la humanidad curiosamente dejó de ser santo en 1969 cuando el Papa Pablo VI tuvo que degradarlo. El concilio vaticano II decidió rebajar la santidad de todos aquellos de los que no hubiera prueba histórica de su existencia. El papa sobre San Jorge pontificó: «Será uno de esos santos venerados por los hombres, cuyos actos sólo conocerá a Dios».
Por mucho que lo despojaran del título de santo, la amalgama de mitos que se fusionaron en Sant Jordi le convirtieron en el enamorado que todo lo puede, capaz de superar los miedos e ir a buscar a la bestia más feroz empujado sólo por amor. Argumento de éxito asegurado.