La humanidad ha visto cómo se perdía la mitad de la masa forestal de la Tierra. La necesidad de madera como material constructivo y después para hacer papel terminó con la mitad de los bosques del planeta. La imprenta fue el sector industrial que tuvo que enfrentarse primero con un problema ambiental. El papel fue de los primeros materiales que aprendimos a reciclar. Se piensa que en Japón las tiendas de papel llevan un millar de años reciclando el papel usado. En los últimos 40 años se ha ido desarrollando una industria del reciclaje que empezó con la recogida de papel y vidrio. La industria gráfica es probablemente la que ha llegado más lejos en defensa del medio ambiente y con el objetivo claro de detener la deforestación, pero el problema se ha vuelto mucho más complejo.
Antes se consideraba el papel como material a suprimir. Hoy en día vemos las cosas con una perspectiva más amplia. Antes nos preocupaba la deforestación, pero hoy sabemos que el problema es el cambio climático. Por ejemplo, ahora nos preocupa también la impronta ecológica o huella del carbono y esto hace que el papel, bajo ciertas condiciones pase a ser ahora un gran aliado. Fabricar un ordenador o tableta requieren 240 kilogramos de CO₂ y 22 kg de productos químicos. Esta tableta debe recargarse gastando energía continuamente. Energía que todavía se produce, en su mayoría, con combustibles fósiles. Un libro, en cambio, sólo gasta 1 kilogramo de CO₂ en su fabricación. Por no hablar de que la energía para fabricar materia prima es gratuita y ecológica: el sol. Además, la madera es un excelente sumidero de CO₂, el gas de efecto invernadero que nos está complicando tanto las cosas.
Las islas de plástico aparecidas en el océano pacífico no nos dan otra opción que utilizar materiales fácilmente biodegradables al tiempo que debemos luchar contra la deforestación y contra el cambio climático. La reciente prohibición del plástico desechable ha obligado a buscar alternativas en papel y cartón a productos como platos, cubiertos, pajitas, palillos, bolsos, films, embalaje y toda una larga serie de productos que ahora se hacen en papel o cartoncillo. Se ha experimentado con plástico biodegradable, pero todavía estamos muy lejos. En cambio el papel sí que es un material rápidamente biodegradable el que le ha vuelto a hacer interesante.
Recientemente hemos encontrado soluciones al problema de la deforestación. Una de estas soluciones pasa por certificar bosques y utilizar madera certificada. En los últimos 35 años, hemos recuperado un 7% de masa forestal. Demasiado poco para lanzar las campanas al vuelo, sobre todo ante el alarmante incremento de la deforestación en Brasil en estos últimos años. Pero se ha demostrado que podemos reforestar a la Tierra. Recuperar la masa forestal perdida también servirá para sacar más CO2 de la atmósfera. Nada mejor que un árbol para almacenar CO2, aumentar la humedad y ayudar a hacer más nubes, que también sirven para incrementar el albedo de la Tierra y reflejar al espacio más radiación solar.
Los fabricantes de papel utilizan diferentes certificaciones como la ISO 9001, la ISO 14000 o la 9706, pero también la ECF, la TCF u otras, que ayudan a respetar el medio ambiente en los procesos productivos ya cuidar los bosques y garantizar la reforestación de los árboles utilizados para hacer madera para la construcción, muebles o papel.
El papel con certificado ECF, como por ejemplo, es aquél en que su blanqueado no se ha utilizado el cloro en forma de gas sino en forma de dióxido de cloro evitando problemas en la fauna. También existe el TCF, papel libre de cloro que se blanquea con oxígeno u ozono, aunque suele ser un papel de menor capacidad y posibilidad de reciclaje.
Los más importantes son los certificados de cadena de custodia, que garantizan que desde el árbol utilizado hasta el producto final todo ha seguido criterios medioambientales de protección de flora y biodiversidad. Los bosques certificados no sólo están obligados a renovar la masa forestal perdida, sino que están obligados a respetar y cuidar la flora y la fauna del bosque. De este modo los bosques son rentabilizados y por tanto cuidados y preparados para combatir a otros enemigos medioambientales como el fuego. Debemos ayudar a recuperar la mitad que nos falta de la masa forestal perdida. El papel al que todos auguraban su desaparición resulta que está siendo nuestro mejor aliado contra la deforestación, el abandono de bosques y el cambio climático.
Artes Gráficas Bobalà además reciclamos todos nuestros desechos. Reciclamos los restos de papel, los paños para limpiar, los envases e incluso el agua sucia para limpiar la tinta. Reciclamos las planchas de preimpresión y los líquidos de revelado. En la imprenta de Lleida trabajamos fundamentalmente con Catalana de residuos y con la conocida empresa de Cataluña J. Vilella.
Debemos ayudar a recuperar la mitad que nos falta de la masa forestal perdida.
También las tintas que usamos en la impresión offset se realizan con criterios ecológicos de sostenibilidad, permitiendo su reciclaje y que sean biodegradables. Del mismo modo reciclamos también los cartuchos de tóner de las prensas digitales y de la impresión con plotter.
El Certificado de Buenas Prácticas Medioambientales del gremio de Artes Gráficas de Cataluña, certifica que la imprenta sigue toda la normativa medio ambiental aprobada y se siguen buenas prácticas a nivel de recogida selectiva de residuos, uso de agua, energía, emisiones y generación de ruido.
Recientemente hemos ido más allá de nuestra empresa en el respeto al Medio Ambiente puesto que hemos decidido contratar el transporte con una agencia que procura entregar sus mercancías con vehículos sostenibles, compromiso que está cumpliendo fundamentalmente en áreas urbanas y que desea hacer extensivo. Un esfuerzo que desde aquí queremos agradecer a GLS, ya que el transporte sigue siendo el principal escollo medioambiental en el planeta.
Este año continuaremos trabajando en reducir nuestro impacto ambiental con nuevos proyectos de los que ya daremos cumplida cuenta cuando se hagan realidad. Y es que lo nuestro no se trata de un simple compromiso con el planeta, sino de una forma de ser.